La vida me pasó por encima cual camión del Dakar en pleno desierto de Atacama. En mis últimos comentarios, allá por Octubre del año pasado, me encontraba en Chile buscando trabajo en Argentina para volver a estar cerca de mis hijos.
Fue una tarea ardua, la de la búsqueda. Pero, después de enviar innumerables CV, tocar puertas, llamar a infinidad de contactos, logré un trabajo interesante en mi querida Córdoba. Y comencé a despedirme de Chile, de mis amigos y de mis rutinas. Parecía un recorrido doloroso, pero no imaginaba lo que vendría.
Con los ahorros, más algunos dinerillos prestados logré armar un departamento, donde viviría y recibiría a mis hijos.
Les di las noticia, y estuvieron felices. Mis hijos y su madre. A ella le envié un mail donde reconocía todo su esfuerzo de llevar adelante la casa, de ser el apoyo de nuestros hijos cuando yo estaba lejos (más allá de que fue ella quien no quiso acompañarme, no sé si lo recuerdan) y le prometía que nada le reprocharía por haberme visto obligado a dejar mi trabajo, y el país que a pesar de todo, me había recibido.
Ella me contestó que agradecía mi gesto y me manifestaba que veía que por primera vez empezaba a razonar. El mail lo escribí un jueves. Ella me contestó el viernes. El fin de semana me quedé Chile ultimando todo para mi regreso. Tenía los pasajes para el martes. Ella falleció de un infarto masivo el lunes.
Como ante toda muerte, quedé shockeado, sin respuestas, con muchas preguntas.
Sin analizar demasiado las cosas, y también porque así me lo pidieron mis hijos, volví a la casa que había dejado tres años antes, a vivir con ellos.
Hemos empezado una nueva vida. Ellos sin su mamá. Yo adaptándome al país, a Córdoba, a mis hijos y a mi nueva-antigua casa.
Estoy todavía golpeado. No le encuentro sentido a la vida, y sé que tengo que seguir viviendo, por mis hijos en primer lugar, pero no encuentro otro por qué.
Había iniciado en Chile una relación de pareja. Me sentía contenido, casi pleno. Estaba esperanzado, parecía que la vida empezaba a ordenarse. Pero de pronto se me vino el mundo encima. Hoy soy padre y madre de dos hijos adolescentes que sufren mucho por la muerte de su mamá, que más allá de las diferencias que tenía conmigo fue una madre exceente. Tengo una pareja a la distancia que siento muy lejana, en distancia y en sentimientos compartidos.
Pensé muchas veces en escribir en nuestro espacio y me faltaban fuerzas, de todos modos he seguido los comentarios de la tribu, no con la asiduidad de antes porque en este trabajo tenemos ciertos accesos prohibidos, y unos de ellos son los blog, pero bueno, cuando llego a casa los leo.
Los quiero a todos, a los históricos y a los nuevos.
Un gran abrazo en el espacio virtual
TIGRE
23 de abril de 2010 16:15
viernes, 23 de abril de 2010
FATAL
“Cuando lo conocí me llamó la atención que era una persona muy inteligente, muy culta y austera. (...) Yo creo que él es atractivo. El es un tipo interesante. Esa combinación fatal para las mujeres entre guapo y misterioso.” (De la ex presidenta de Chile Michelle Bachelet sobre el DT de la selección chilena de fútbol, Marcelo Bielsa.)
Fuente: Pirulo de Tapa - Página/12
Fuente: Pirulo de Tapa - Página/12
miércoles, 21 de abril de 2010
Una sonrisa para Emilio
Emilio trabaja y estudia. Y entre su taller mecánico y los libros de leyes ocupa todo el día. Todo lo hace en casa y le va muy bien.
Pero desde que se levanta hasta que se acuesta está de malhumor. Ese que yo confundía con seriedad. Eso que tanto me atrajo de él cuando lo conocí en ese bar de pool. Y no puedo hablarle hasta que él decida. Y no puedo pedirle que me ayude con la casa y los chicos porque dice que las cosas de mujeres, las hacen las mujeres.
Vieja maldita. Mi suegra. Que no le enseñó que el cubierto que se le cayó al piso lo tiene que levantar él, y él tiene que reponerlo. Y maldita la herencia que le deja al nene, que no deja que le enseñe a armar su cama ni ayudarme a poner la mesa. Pero no me importa tanto tener que hacer todo, tengo otras cuatro nenas que me ayudan. Me molesta su malhumor. Ese que yo confundía con seriedad. Esa seriedad que me hacía verlo como un macho protector cada vez que me hacía el amor a su manera. Ese que nos pone a todos en alerta hasta que se le pase.
Pero no, hay días que no se le pasa. No me pega, ni me grita. Está de malhumor. Ese que yo confundía con seriedad. Ese malhumor que me está matando un poco cada día. El mismo que me hace desear que se vaya a la facultad todas las tardes. Y pensar que mejor si no vuelve.
Lo quiero, pero no como antes, aunque siempre fue así.
Es verdad entonces que terminamos rechazando lo mismo que nos atrajo de alguien.
Quisiera que cambiara, pero la gente no cambia.
La gente contagia.
Pero desde que se levanta hasta que se acuesta está de malhumor. Ese que yo confundía con seriedad. Eso que tanto me atrajo de él cuando lo conocí en ese bar de pool. Y no puedo hablarle hasta que él decida. Y no puedo pedirle que me ayude con la casa y los chicos porque dice que las cosas de mujeres, las hacen las mujeres.
Vieja maldita. Mi suegra. Que no le enseñó que el cubierto que se le cayó al piso lo tiene que levantar él, y él tiene que reponerlo. Y maldita la herencia que le deja al nene, que no deja que le enseñe a armar su cama ni ayudarme a poner la mesa. Pero no me importa tanto tener que hacer todo, tengo otras cuatro nenas que me ayudan. Me molesta su malhumor. Ese que yo confundía con seriedad. Esa seriedad que me hacía verlo como un macho protector cada vez que me hacía el amor a su manera. Ese que nos pone a todos en alerta hasta que se le pase.
Pero no, hay días que no se le pasa. No me pega, ni me grita. Está de malhumor. Ese que yo confundía con seriedad. Ese malhumor que me está matando un poco cada día. El mismo que me hace desear que se vaya a la facultad todas las tardes. Y pensar que mejor si no vuelve.
Lo quiero, pero no como antes, aunque siempre fue así.
Es verdad entonces que terminamos rechazando lo mismo que nos atrajo de alguien.
Quisiera que cambiara, pero la gente no cambia.
La gente contagia.
lunes, 19 de abril de 2010
AMOR PLATONICO
Para renovar un poco el aire, que viene cargada la entrada anterior...
Internet ha colaborado para que se multipliquen los amores platónicos. El chat, los mails, el face, el espacio único y reservado entre la máquina y uno, y del otro lado, el amor que nos entiende, nos hace reir, comparte nuestras vivencias cotidianas, no estimula intelectualmente, pero sabemos que no podemos o no debemos concretar la unión sexual, por las razones que fueren.
Pero el contacto no se corta, no se dificulta, sino todo lo contrario se profundiza a través de la tecnología.
¿que dicen los especialistas de la psiquis respecto a esto? ¿hay que cortar por lo sano el amor platónico?
Internet ha colaborado para que se multipliquen los amores platónicos. El chat, los mails, el face, el espacio único y reservado entre la máquina y uno, y del otro lado, el amor que nos entiende, nos hace reir, comparte nuestras vivencias cotidianas, no estimula intelectualmente, pero sabemos que no podemos o no debemos concretar la unión sexual, por las razones que fueren.
Pero el contacto no se corta, no se dificulta, sino todo lo contrario se profundiza a través de la tecnología.
¿que dicen los especialistas de la psiquis respecto a esto? ¿hay que cortar por lo sano el amor platónico?
miércoles, 14 de abril de 2010
Aunque no estemos juntos
Entonces le mandé flores al trabajo. Flores caras, de florería. No esos ramitos (hermosos por cierto) que le compraba en ese puesto de la plaza del centro y que sacaba del asiento de atrás del auto cuando ella se subía.
Y le puse una tarjeta que mandé a escribir.
Sos la mujer de mi vida. Te voy a amar aunque no estemos juntos
Y a la tarde nos vimos, y me invitó a su casa y cenamos. Y no dijo nada de las flores y me invitó a quedarme y accedí.
Y la desnudé y me desnudó. E hicimos el amor como sabíamos hacerlo nosotros. Y me abrazó. Y cuando nos estábamos durmiendo le pregunté:
-¿Te gustaron las flores?
Y me abrazó de nuevo. Y lloró. Pero no dijo nada. Ni yo. Y nos dormimos, y al amanecer me fui antes de que ella despertara. Y tomé ese avión que me trajo hasta acá, donde pienso empezar todo de nuevo.
Y la dejé con sus flores en el trabajo y el deseo de haber sabido que esas flores las mandaba él y no yo.
Y le puse una tarjeta que mandé a escribir.
Sos la mujer de mi vida. Te voy a amar aunque no estemos juntos
Y a la tarde nos vimos, y me invitó a su casa y cenamos. Y no dijo nada de las flores y me invitó a quedarme y accedí.
Y la desnudé y me desnudó. E hicimos el amor como sabíamos hacerlo nosotros. Y me abrazó. Y cuando nos estábamos durmiendo le pregunté:
-¿Te gustaron las flores?
Y me abrazó de nuevo. Y lloró. Pero no dijo nada. Ni yo. Y nos dormimos, y al amanecer me fui antes de que ella despertara. Y tomé ese avión que me trajo hasta acá, donde pienso empezar todo de nuevo.
Y la dejé con sus flores en el trabajo y el deseo de haber sabido que esas flores las mandaba él y no yo.
viernes, 9 de abril de 2010
Es viernes: ¿Nos lavamos un poquito la cabeza? - Primer casamiento lésbico en la Argentina
Norma y Ramona, ambas de 67 años, se casaron este viernes después de lograr que las autorizara la Justicia. De esta manera, por primera vez en la historia argentina, dos mujeres se convirtieron en un matrimonio.
Las mujeres estaban en pareja desde hacía más de 30 años y habían tenido que vivir en el exilio durante la dictadura. Norma y "Cachita" (el sobrenombre de Ramona) presentaron un amparo en el marco de la campaña "Los mismos derechos con los mismos nombres" que lleva adelante la la Federación Argentina LGBT. Ahora, lograron casarse luego de que la jueza Elena Liberatori las autorizara.Ambas son activistas de 100% Diversidad y Derechos y Norma es la presidenta del Centro de Jubilados Puerta Abierta a la Diversidad, organizaciones que integran la Federación Argentina LGBT.
Fuente: Télam - Rosario3.com
Las mujeres estaban en pareja desde hacía más de 30 años y habían tenido que vivir en el exilio durante la dictadura. Norma y "Cachita" (el sobrenombre de Ramona) presentaron un amparo en el marco de la campaña "Los mismos derechos con los mismos nombres" que lleva adelante la la Federación Argentina LGBT. Ahora, lograron casarse luego de que la jueza Elena Liberatori las autorizara.Ambas son activistas de 100% Diversidad y Derechos y Norma es la presidenta del Centro de Jubilados Puerta Abierta a la Diversidad, organizaciones que integran la Federación Argentina LGBT.
Fuente: Télam - Rosario3.com
jueves, 8 de abril de 2010
Otra parejita de la globalización
Bueno, este caso, a contrario del anterior que se trataba de conocidos, es de un amigo de la secundaria.
El es divorciado, tiene un hijo, y era músico, supongo que lo sigue siendo, pero amateur. Cursiosamente en los últimos tiempos se volcó al tango (era bien rocker el chico). Luego de su divorcio, no tenía que corno hacer los jueves. Llegaba a su casa, vacía, y sentía que tenía que contar las horas para que llegase el día siguiente. Así que comenzó a concurrir a La Viruta, para pasar el rato, y así entre tragos, y clases de todo tipo, comenzó a bailar.
En una de esas, saca a una chica francesa, bailan, se miran, lo usual.
Aclaro que mi compañero sabe de francés lo poco que aprendimos en la secundaria (él más que yo) y con eso se las arregló.
De pronto veo en su face, fotos de Paris en bicicleta, chica francesa, frases de amor que van y vienen en francés, etc.
Ella está desde enero instalada en su casa, y la cosa sigue viento en popa.
Lo bueno de esto es que mi amigo siempre se toma las cosas en serio (no es lo usual por estos pagos) y nunca la vió como una aventura, una cosa del tango, un viajecito o lo que fuere. Él se enamoró, y a la vieja usanza hizo de novio desde un principio. Ella tan liberal como uno supone, se lo tomó a bien, de hecho, ni se cuestionan que pasará, dan por sentado que lo de ellos durará por siempre.
¿Será esa la clave de una relación a largo plazo, el convencimiento?
El es divorciado, tiene un hijo, y era músico, supongo que lo sigue siendo, pero amateur. Cursiosamente en los últimos tiempos se volcó al tango (era bien rocker el chico). Luego de su divorcio, no tenía que corno hacer los jueves. Llegaba a su casa, vacía, y sentía que tenía que contar las horas para que llegase el día siguiente. Así que comenzó a concurrir a La Viruta, para pasar el rato, y así entre tragos, y clases de todo tipo, comenzó a bailar.
En una de esas, saca a una chica francesa, bailan, se miran, lo usual.
Aclaro que mi compañero sabe de francés lo poco que aprendimos en la secundaria (él más que yo) y con eso se las arregló.
De pronto veo en su face, fotos de Paris en bicicleta, chica francesa, frases de amor que van y vienen en francés, etc.
Ella está desde enero instalada en su casa, y la cosa sigue viento en popa.
Lo bueno de esto es que mi amigo siempre se toma las cosas en serio (no es lo usual por estos pagos) y nunca la vió como una aventura, una cosa del tango, un viajecito o lo que fuere. Él se enamoró, y a la vieja usanza hizo de novio desde un principio. Ella tan liberal como uno supone, se lo tomó a bien, de hecho, ni se cuestionan que pasará, dan por sentado que lo de ellos durará por siempre.
¿Será esa la clave de una relación a largo plazo, el convencimiento?
lunes, 5 de abril de 2010
Cuente su historia, Victoria.
Estaba preparando su bolso como todos los lunes.
- ¿A dónde vas?
- Me voy.
- ¿A dónde?
Durante los últimos diez años la pregunta era en que ciudad trabajaría esa semana.
Mi marido. Un constructor que descubrió que el negocio para él y su hermano eran las obras en pueblos de los alrededores.
Casas lindas, más cerca del campo que de la plaza. Esas que tienen un aire a barrio cerrado. O eso parecía.
-Victoria hace cuatro años que estoy con otra mujer y tenemos un bebé de siete meses.
Y se fue. Casi con lo puesto. Llevaba el mismo bolso que todas las semanas.
Me dejó la casa. Nuestros cuatro hijos y el sabor amargo de descubrir, de darme cuenta al fin, que esas casas deben dejar mucho más dinero que el que él nos traía. Que, entonces, nuestra propia casa no estaba terminada, no por falta de tiempo sino porque su corazón (y su bolsillo) estaban en otro lado.
Y me quedé sola. Y trabajé y terminé de criar a mis hijos. Y un día empecé a salir y conocí a Ciro. Uno de mi zona, con gustos parecidos a los míos.
Y salimos. Y entramos. Y es muy bueno.
Y le pasé todas las boletas impagas de mi vida. Y me las recibió. Pero no pagó ninguna. Porque no están a su nombre sino al de mi marido. Que se llama José, me olvidaba.
Seguimos juntos. A veces se queda y a veces se va, porque tiene hijos. Algunos más que yo. Y me ha dado lo que no me dieron y no me sacó nada. Dice que no quiere nada.
Pero José fue mi amor y mi vida y ahora está cerca de nuevo. Y quiere volver. Y estoy perdida entre estos dos que dicen quererme y haberme querido y que van a quererme.
El tiempo todo lo cura, pero veinte años no son nada.
- ¿A dónde vas?
- Me voy.
- ¿A dónde?
Durante los últimos diez años la pregunta era en que ciudad trabajaría esa semana.
Mi marido. Un constructor que descubrió que el negocio para él y su hermano eran las obras en pueblos de los alrededores.
Casas lindas, más cerca del campo que de la plaza. Esas que tienen un aire a barrio cerrado. O eso parecía.
-Victoria hace cuatro años que estoy con otra mujer y tenemos un bebé de siete meses.
Y se fue. Casi con lo puesto. Llevaba el mismo bolso que todas las semanas.
Me dejó la casa. Nuestros cuatro hijos y el sabor amargo de descubrir, de darme cuenta al fin, que esas casas deben dejar mucho más dinero que el que él nos traía. Que, entonces, nuestra propia casa no estaba terminada, no por falta de tiempo sino porque su corazón (y su bolsillo) estaban en otro lado.
Y me quedé sola. Y trabajé y terminé de criar a mis hijos. Y un día empecé a salir y conocí a Ciro. Uno de mi zona, con gustos parecidos a los míos.
Y salimos. Y entramos. Y es muy bueno.
Y le pasé todas las boletas impagas de mi vida. Y me las recibió. Pero no pagó ninguna. Porque no están a su nombre sino al de mi marido. Que se llama José, me olvidaba.
Seguimos juntos. A veces se queda y a veces se va, porque tiene hijos. Algunos más que yo. Y me ha dado lo que no me dieron y no me sacó nada. Dice que no quiere nada.
Pero José fue mi amor y mi vida y ahora está cerca de nuevo. Y quiere volver. Y estoy perdida entre estos dos que dicen quererme y haberme querido y que van a quererme.
El tiempo todo lo cura, pero veinte años no son nada.
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